viernes, 8 de marzo de 2024

El fin del progreso

Si nos ponemos literales, el progreso se refiere a la evolución positiva hacia un objetivo o meta determinada. Este concepto puede aplicarse en diversos contextos, desde el desarrollo personal, economía, hasta los avances en ciencia y tecnología, o bienestar social.

En el contexto de la Modernidad, la cual se asienta ideológicamente sobre el progreso, a menudo se asume la noción de uno infinito, donde el crecimiento económico y la acumulación de capital pueden (y deben) continuar indefinidamente. Sin embargo, este concepto puede ser problemático y hasta considerado imposible por algunos. Las limitaciones de los recursos naturales, las crecientes desigualdades sociales y los impactos ambientales negativos son factores que ponen en duda la sostenibilidad de estas ideas.

Todo progresa en la naturaleza, pero este progreso nunca es infinito. Lo que existe tiene un comienzo y un fin. Las estrellas, las galaxias, algunos creen que hasta el Universo. En la biología es incluso más fácil notarlo. Los seres vivos no crecen para siempre. Se desarrollan, tienen su plenitud, luego su decaimiento y eventualmente su muerte. Algunos dirán que lo “infinito” en estos casos es el hecho de mantener la especie, los genes, o “la vida”, pero lo cierto es que las especies también se extinguen eventualmente, ya sea por circunstancias locales, o planetarias. La Tierra tampoco escapará, y en algún momento se volverá inhabitable cuando nuestra estrella colapse, si es que no sucede un evento cataclísmico antes de otra naturaleza.

La búsqueda del progreso económico perpetuo no solo es un concepto ilógico, poco razonable, sino que directamente es antinatural. Como establecimos, nada puede crecer eternamente. El concepto que brega hoy es el de progresar indefinidamente sin poner una meta clara. Ni siquiera se establecen puntos a los cuales llegar, o por lo menos detenerse a disfrutar lo logrado hasta el momento. Solo se busca la ganancia, el consumo y la producción continuos. Ellos son actualmente los motores de la civilización, y muchos afirman que si se detienen esta caerá irremediablemente, cosa que, en los términos en que vivimos ahora, es posible. Se sostiene que los PBI nacionales deben crecer, que eso es lo óptimo, y aplica también a la acumulación de capitales. Si bien podemos decir con total seguridad que esto es justificado y tiene su razón de ser, ya que los países necesitan crecer antes que decrecer, como la gente necesita producir antes que dejar de hacerlo (o ambos caerían en la miseria), también podemos asegurar que es absolutamente imposible sostenerlo a largo plazo, y no es una exageración. Como contrapartida al capitalismo consumista, el comunismo y toda la rama de izquierda tampoco está libre de este defecto ideológico. Ellos quieren lo mismo, producción constante y sostenida, solo que cambiando de manos a los dueños de los medios de producción. Pero el problema de los recursos finitos, de las desigualdades crecientes, de la lucha por los bienes, de la irracionalidad de las guerras que van en aumento, son comunes a todos los regímenes actuales, sean estos de izquierda o derecha, y nos demuestran que el sistema esta al borde del agotamiento. Solo es cuestión de tiempo un colapso total. Algunos tratan de apegarse al progreso técnico creyendo que expandiéndonos al espacio este problema se termina. Pero eso es falso, porque como dijimos hasta las galaxias mueren, y además, la tecnología quizás no sea tan beneficiosa como muchos insisten. El peligro latente de la IA, las armas convencionales, biológicas, químicas y nucleares cada vez más sofisticadas y destructivas, son algunos de muchísimos ejemplos de que tal vez no lleguemos al espacio, al menos a gran escala, porque quizás ni siquiera tengamos la oportunidad de extender en el tiempo esta forma de existencia actual. El colapso civilizatorio que nos pisa los talones podría llegar antes de generar la logística necesaria para viajes espaciales continuos y viables para búsqueda de recursos y desarrollarnos en otros planetas.

Visto esto, surgen dos interrogantes. ¿Por qué llegamos al actual estado de cosas, y cómo salimos del mismo? Es llamativo cómo la gente se deja engañar hace tanto tiempo con esta idea del “progreso”, o, al menos, no la cuestiona. ¿Es porque todo el mundo la acepta y cuestionarla es tedioso, quizás improductivo? ¿Es por la continua propaganda falaz que propicia el hedonismo, el consumo y el éxito material como el sumun de la vida feliz? ¿Es una mezcla de muchos factores? Cada día la gente siente más profundamente el vacío existencial de un mundo que se rige por estas ideas homocentristas que pretenden encumbrar lo mundano y olvidar lo divino. Enseñan a tener fe en la ciencia y negarla a Dios. Hay una concentración en la salud mental, dejando de lado la espiritual, y una exacerbación del cuerpo, pero ya no como un templo del alma o del espíritu, sino como un instrumento para usarlo libidinosamente o como aumento de autoestima. Todo esto, produce un desequilibrio creciente, que a veces termina en violencia y en extremismos, tanto políticos como religiosos.

Ahora bien, no interesa tanto buscar culpables, que los hay tanto en liderazgos, pero también en quienes eligen esos liderazgos y los sostienen y no los cuestionan o, peor, defienden. Lo realmente importante, es encontrar una salida. Ese sería el segundo interrogante. ¿Cómo salimos de acá? ¿Hay siquiera una luz al final o estamos “condenados”? Tenemos que partir entonces de lo que sabemos, para tratar de idear, aunque sea de una manera tosca, primaria y fundamental, un camino que nos guíe a un destino concreto. Tenemos que fijar una meta.



Entonces el progreso existe, pero no es infinito, ni puede ser sostenido indefinidamente en el tiempo. Por lo tanto, en nuestra sociedad consumista, global, dependiente del capital financiero, estamos literalmente destinados al fracaso, al colapso, a la hecatombe. Las dos ideologías preponderantes actuales tampoco ofrecen una solución, esto es, la izquierda y la derecha, porque con sus distintos matices y más allá de lo ideológico y conceptual, en lo referente a lo material, ambas se basan en la producción, el progreso y el avance indefinido. Claramente, la solución, o al menos, la idea superadora, no puede venir de esos ámbitos. Quizá sí de algo renovado que surja de alguno de ellos, o de su conjunción, pero es meramente especulación, no existe aún.

Tampoco podemos engañarnos con agendas globales creadas supuestamente para sanear estos tipos de problemas, las cuales están promocionadas e impulsadas por la elite financiera, como lo es la Agenda 2030. Estas, disfrazadas de un buenismo empalagoso y superficial,  solo promueven bajar el consumo de alimentos y la reproducción humana a cualquier costo, pero no resuelven los problemas de fondo. Y no quieren hacerlo, porque ellos, quienes forman la elite que logró su posición privilegiada, no saldrían beneficiados si el actual orden cambiara, algo bastante obvio. ¿Tiene sentido entonces que no quieran un cambio real, sino buscar perpetuarse en la cima de la pirámide? Casi es el comportamiento lógico de cualquier instancia del poder, así como lo es en una empresa producir ganancias, porque para eso se crea, o un banco acumular capital. El poder no funciona distinto. Todo se crea para un fin específico, y no están exentos de esto las instituciones públicas ni privadas. Si bien no es irrelevante a gran escala si son moralmente y éticamente buenos o no (no lo son), lo que urge es encontrar una alternativa y no tenemos tiempo para conspiraciones, tanto las inventadas como las reales. Pero al menos la Agenda 2030 sí que nos da una pista más para resolver todo esto: nos dice básicamente por dónde NO hay que ir.





La segregación, racial, de sexos, de inmigrantes y otras, crece por muchas razones, pero la principal es porque los recursos escasean, cada día más. ¿Cómo es posible que en un mundo donde actualmente, haya gente con hambre y en la miseria, si el alimento que se produce sobra para alimentar a 8 billones de seres humanos? Esto es por el consumismo. Consumimos más de lo que el planeta puede producir en un tiempo determinado. El problema es que, en el capitalismo, se produce para generar ganancias, y esas ganancias se generan si lo que se produce es consumido por el que más ofrece, oferta y demanda. ¿Van percibiendo la lógica irresoluble? En el capitalismo, los recursos finitos son un problema. En la izquierda, el comunismo y sus variantes, tenemos el problema inverso, en el que básicamente sus promotores no entienden, no quieren entender, o simplemente son deshonestos intelectualmente, al no comprender que la gente produce para ganar algo a cambio, no por el mero hecho de “colaborar” con la sociedad. El panadero hace pan no para alimentar a otras familias, sino a la propia, y a su vez, generar ganancias. Por un lado, el capitalismo y el comercio fueron el motor incuestionable en la Historia que permitieron el avance que alcanzamos hasta el día de hoy. Por el otro, los sistemas comunistas siempre fracasaron, y esto es así porque van contra la propia naturaleza humana, y piensan al hombre como un mero engranaje social. Resumiendo, tenemos que el capitalismo nos trajo al problema actual, pero fue el responsable de muchos avances positivos anteriores, y que su opción actual, su contrapartida, es incluso peor. Entonces ya no podemos confiar en estas dos ideologías.

Primero, debemos terminar con la influencia que nos dictamina o nos impulsa al consumo desmedido, el marketing y la propaganda para tener lujos innecesarios e inútiles. No solo perjudican a los individuos sino a los a la sociedad toda, malgastando recursos y tiempo, generando un apego insano a lo material y un vacío existencial. Debemos proveernos de lo que necesitamos, y desligarnos de lo demás. Y no por eso regalar nuestro trabajo. Por ejemplo, una persona pudiente, que aplique este minimalismo, dejaría de consumir, pero no perdería el dinero o bienes que consiguió honestamente, y lo podría ahorrar para otras cosas, que también son necesarias, pero quizás más inaccesibles. No es que alguien tenga que entregar sus riquezas o su propiedad, puede venderlas y hacer uso de ellas y de su dinero como le plazca. Pero es imperativo dejar lujos y consumismo superfluos, así como productos con obsolescencia programada. Ahora bien, tampoco podemos permitir que terminemos encerrados en un cuarto de 20 metros cuadrados, con unos visores de realidad virtual, esclavos de nuestros empleadores, o mucho peor, de nosotros mismos, en un círculo de auto explotación interminable e insatisfactoria. No se puede seguir con el vicio del lujo desmedido y su inagotable búsqueda, pero tampoco caer en la trampa de algún tipo de esclavitud tecnológica distópica. Otra vez, tenemos que mirar hacia nosotros mismos. Sabemos que ambos extremos están mal, porque conocemos o al menos percibimos, de manera directa o indirecta, cabalmente o intuitivamente, lo que está bien y lo que está mal. 


Como seres humanos, necesitamos luz solar, recreación, educación, comida, abrigo, techo, y un ambiente sano que nos permita el desarrollo de una familia. Y tenemos que trasladar esto primero a iniciativas individuales, y luego, a organizaciones colectivas, privadas y públicas. Eso es un tema tan extenso que lo trataré de manera particular en el futuro, que se podría resumir en buscar la autosuficiencia energética y alimentaria, a su vez aislándose de las sociedades en proceso de colapso, en la mayor medida posible. Lo importante es, entonces, empezar a acercarse al sentido común, prever, prevenir, y actuar en consecuencia a las circunstancias locales. Los eventos se aceleran y debemos estar preparados lo mejor posible, porque el progreso no es infinito, y pronto lo aprenderá la sociedad global.


jueves, 30 de noviembre de 2023

Democracia representativa ¿Ideal, realidad o engaño?

En Argentina vivimos tiempos convulsos. Es cierto, desde que tengo memoria he escuchado y leído hasta el hartazgo que "estamos en crisis", pero debemos admitir que algunas crisis son peores que otras, o que al menos hay puntos álgidos en dichas crisis, como los eventos de finales del 2001, por ejemplo. Lo que quiero decir es que justamente hoy, a días de que comience el gobierno del presidente Milei, podemos decir que estamos viviendo eventos históricos en la Argentina. Un candidato que en dos años, basado en las redes sociales y la iniciativa individual más o menos organizada, inorgánica en su mayoría, logró ganarle por once puntos al peronismo, el partido preponderante del país que cuenta con mayor aparato, poder y recursos. Indudablemente, un hecho único y que será estudiado por varias ramas, tanto de política como de marketing (que hoy suele ser lo mismo). No sabemos cómo terminará esta historia, pero quiero sujetar mi análisis a una de las causas que considero más importantes de por qué sucedió esto, y por qué en el mundo están surgiendo movimientos similares, quizás no en lo ideológico, pero que tienen un punto en común: dudar de la democracia representativa como sistema útil. Y, en mi país, es casi un pecado digno de persecución (al menos simbólica), osar cuestionar la democracia. Pero más allá de esos sesgos, es necesario hacerlo porque claramente algo está pasando, a nivel local y mundial. 


Primero, la introducción obligada para que comprendan que es un análisis objetivo y que ustedes, después de leer esto, probablemente lleguen a conclusiones similares o al menos coincidan en ciertos puntos. La democracia hoy es un sistema de gobierno representativo, se basa en que el Pueblo elige a sus representantes y éstos, a su vez, representan, valga la redundancia, los intereses del electorado. Por lo tanto, desde el vamos es mejor que un régimen monárquico o totalitario, dado que con este sistema podemos reequilibrar más fácilmente las desigualdades, atender a las minorías y los individuos, siendo más difícil a su vez el abuso de derechos humanos básicos por parte de líderes con poderes absolutos. En la práctica no es tan sencillo, pero basta comparar un país con una democracia endeble, con un país dictatorial, y ver como en el primero hay más libertades, al menos para quejarse, y en el segundo no, más allá que económicamente algunas dictaduras sean más exitosas que algunas democracias. No voy a nombrar país alguno pero estoy seguro que ustedes podrán reconocer o googlear democracias y regímenes totalitarios actuales, para notar las diferencias. Entonces podemos decir que es preferible una democracia imperfecta que una dictadura perfecta. Bien, pero ¿y? ¿Solo eso basta para no cuestionar nada y aceptar lo que venga a ojos cerrados? Por supuesto que no.


Muchos usan maliciosamente el falso argumento de que si uno cuestiona la democracia representativa, entonces quiere una dictadura como las del pasado. Esto es por supuesto, totalmente falso. Se puede y debe cuestionar todo, y lo realmente peligroso es que no te permitan hacerlo con algo en particular. Esos ataques injustos denotan que estás tocando los intereses de alguien, o al menos, "lastimando" sus ideas erróneas que pusieron a un sistema de gobierno al nivel de una religión incuestionable. Además, te dicen que si no hay sistema mejor te debes conformar, agachar la cabeza y vivir de rodillas frente a las decisiones de terceros. No solo que es contradictorio a toda idea de libertad de pensamiento crítico, sino que realmente existen, al menos potencialmente, sistemas que podrían ser mejores, y que deberían ser puestos a prueba para descartarlos, como la antigua democracia directa (no representativa), o la distópica democracia controlada por una Inteligencia Artificial, que algunos se aventuran a imaginar como más justa y equilibrada, debido a que la IA tendría conocimiento de cada reclamo y gusto de los individuos. A lo que voy, se pueden probar cosas, solo es cuestión de tener voluntad de hacerlo. Y aquí empieza el problema. La voluntad del Pueblo ya no coincide para nada con la voluntad de la clase política, de la Dirigencia.


Volvamos a la Argentina. Desde la vuelta de la democracia, esta ha tenido muchos logros, pero sobre todo, fallos. Se habla mucho de derechos, pero estos no se cuidan ni se protegen. El engaño (que es característico de este país, no necesariamente aplicable a otros), se lleva a cabo de tal manera que se trata cierto problema específico  en discursos, charlas, marchas, e incluso se crean ministerios para atenderlo. Se aplaude mucho, se "defiende" dicha causa en cualquier lugar público posible, pero en la práctica termina sucediendo todo lo contrario. Algunos ejemplos al azar, serían el Ministerio de Desarrollo Social, el Ministerio de Trabajo, el Ministerio de la Mujer. En todos estos casos, la calidad de vida del argentino, sea una persona con insuficiencia alimentaria, o con condiciones laborales precarias, o mujeres víctimas de violencia, ha empeorado o directamente los afectados aumentan en número. Tanto víctimas del hambre, como de condiciones laborales precarias, o asesinadas, directamente. Ejemplos hay muchos más y ustedes pueden buscarlos. Estas cosas, repitiéndose a lo largo de los años sin solución, han generado en la mayoría de la población una desconfianza absoluta en la clase política como grupo, "casta", o como quieran llamarlo, y también en la Política como asunto de la vida cotidiana. Esto último resulta mucho más grave y peligroso, porque deja a las masas indefensas frente a líderes inescrupulosos que pudieran surgir con discursos demagogos. Básicamente se está cuestionando a la democracia representativa como régimen. Es lógico que suceda porque al pasar los gobiernos uno tras otro, muchas leyes, impuestos, y decisiones de índole económica y de seguridad sobre todo, han generado la idea y el discurso (acertados) de que nuestros representantes no nos representan, ni buscan ni quieren hacerlo genuinamente. La gente va a votar creyendo en tal propuesta, gana el partido con más votos, pero este no cumple lo que promete, se genera una crisis estrepitosa, y ese gobierno termina con los políticos más ricos que antes y el pueblo más pobre, Esto se repite en bucle, una y otra vez. Encima, a veces en el medio existen abusos más graves que los acostumbrados, como matar gente en las calles durante protestas, o encerrar inconstitucionalmente al pueblo hambreado, todo mientras las escuelas y hospitales se caen a pedazos, los ladrones, asesinos y demás delincuentes no van presos, y el sistema de comercio y economía se ahoga en impuestos que uno no sabe a dónde van a parar. Bueno, sí sabemos: a los bolsillos de los corruptos que viajan en yate por Europa. Los argentinos somos la prueba fáctica de que la democracia representativa puede falsearse para que un grupo organizado la use a su favor en detrimento de los electores. La existencia de esta clase dirigente o "casta" es evidente cuando vemos las mismas caras, leemos los mismos apellidos en las listas, elección tras elección, por más que los nombres de los partidos políticos cambien un poco. Si bien es cierto que este grupo no está unificado, también lo es que se dividen en dos grupos mayoritarios que pugnan por poder continuamente, olvidándose absolutamente del Pueblo y sus demandas, y usándolo a este no solo como apalancamiento en las elecciones, sino incluso como ejército privado, o fuerza de choque, de la manera más indigna, como sucede con los grupos más a la izquierda, y en el proceso intentan ahogar cualquier nuevo movimiento que surja fuera de la falsa dicotomía que ellos crearon. En lo que se refiere a la idea actual que tiene la población, quienes deberían representarnos no lo hacen, y solo buscan su propia riqueza, en detrimento de la pobreza de sus votantes. Por lo tanto, en Noviembre del 2023 en Argentina ganó la opción más antisistema que había. Y si hubiera existido otra, razonable, no violenta como es el libertarismo (por más que sus detractores mientan al respecto), que hubiera sido más antisistema aun, más radicalmente opuesta a la clase política y al régimen actual, esa hubiera ganado entonces. Porque el hastío de la población es mayúsculo, casi insostenible. La mayoría votarían lo que sea más opuesto al régimen democrático representativo y fallido actual en el que nos encontramos, básicamente. Eso sí, por ahora dentro de lo razonable, sin violencia, y confiando en las propuestas de los candidatos del sistema republicano. Todavía no se dudan de los mecanismos democráticos, al menos. Es decir, se le está dando una última oportunidad al sistema al expresar el descontento por las vías establecidas.


Y aquí viene la segunda cuestión que la democracia no ha sabido resolver, pero esta ya sí  afecta a todas las del mundo. Esto es la cuestión del Poder en nuestra sociedad. El Estado es quien rige o administra el poder, y es necesario para dirigir sociedades, porque tiene el monopolio de la violencia, la fuerza, justamente para que otros no la usen inapropiadamente. La fuerza, a fin de cuentas, es necesaria, porque no todos los individuos son altruistas, y porque la ignorancia en sí misma genera violencia o al menos, el impulso de satisfacer necesidades y deseos mediante medios no convencionales o que perjudican a algún grupo particular. El Estado debe equilibrar las libertades y necesidades individuales, y a su vez el bienestar general de las masas y la Sociedad. Por lo tanto, arbitrar entre el individuo, y los grupos sociales diversos y de toda índole. El problema surge cuando la burocracia necesaria para llevar a cabo este arbitrio, es decir la cúpula que toma decisiones, usa este poder para sus propios fines. Estos fines pueden ser meramente egoístas como sucede en Argentina (políticos que buscan riqueza, poder, y mantener estos dos), pero también pueden ser más oscuros, como imponer una Agenda global o de un grupo particular, o un ideario, como sucede con el progresismo que está debilitando a Occidente frente a Oriente. Hoy en el mundo, en ambos extremos, tanto geográficos como ideológicos, todos los Estados están tendiendo a ser orwelianos. Ya no son "gobiernos del pueblo, por el pueblo y para el pueblo". Ahora los Estados son dispositivos de poder que someten al individuo, disputando con los poderes financieros, económicos, y de medios masivos de comunicación, que también buscan manipular, vender sus productos o ideas. Además, los gobiernos suelen tener sus aliados en esos otros ámbitos de poder, lo que complica aún más las cosas, y las masas terminan siendo manipuladas, en detrimento del individuo. Esto ocurre con las ideologías políticas que se convirtieron en dogmas cuasi religiosos, donde remplazan a Dios por algún político simbólico de antaño, y logran así imposibilitar la discusión política. Porque en una religión, se cree o no se cree, y todo se divide en creyentes e infieles. Por eso muchos partidos políticos buscan usar la democracia representativa como ese dogma sagrado e intocable (que no lo es), para que cualquiera que ose criticarla, o mostrar sus errores, automáticamente se convierta en un golpista, pro dictadura, pro tiranos, y por lo tanto su crítica quede invalidada. Esto viene de ambos bandos en los sistemas bipartidistas o símiles, sobre todo en las democracias más jóvenes. Lo peor de todo es que estos partidos realizan estos ataques usando las poderosas herramientas del Estado cuando son gobierno. Y a veces, terminan en situaciones terribles, como sucedió en Venezuela. Buscan manipular y coaccionar a las masas con la idea de moda que más útil le sea para ese propósito en ese momento determinado, porque saben que las masas no analizan, no reflexionan, no profundizan. Esto sucede por muchas razones, como las necesidades, la urgencia del cambio, una potencial catástrofe, etcétera. A veces las masas solo pueden seguir un eslogan y no mucho más, pensando que quizás a futuro habrá tiempo para analizar y deglutir una propuesta. Por ejemplo, cuando las condiciones económicas apremian, o el país corre cierto riesgo, real o inventado, de caer en una dictadura de algún tipo. Nótese que esto no es algo meramente local.  Fíjense lo que está pasando en Holanda, algunos estados de Estados Unidos, España, Italia, Sri Lanka. Si bien las circunstancias pueden variar, comenzó, en algunos lugares hace rato, la desconfianza en el régimen democrático (representativo o sus variantes). Sobra evidencia ya que se usan los gobiernos para atacar a grupos específicos de la población (como los granjeros), para cumplir una agenda externa, y esto genera una esperable reacción de la población en las calles y/o en las urnas. Reacción que está creciendo y que al día de hoy no sabemos cómo va a terminar. 



Entonces, surge la pregunta obvia: ¿Qué podemos hacer? Bueno, alguien debe y alguien conducirá eventualmente a las sociedades. El Estado está cada día más intrusivo gracias también a la tecnología, y todo parece tender a las obras ficticias de Orwell, 1984, de Huxley, un Mundo Feliz, o una mezcla de ambas, donde se busca coartar libertades en pos de lograr una supuesta seguridad económica o de supervivencia que está en peligro, o según el caso, prácticamente no existan ya. Podemos suponer entonces que, si las medidas diseñadas para que el Pueblo se exprese no logran su objetivo, y es poco probable que suceda porque la dirigencia logró "hackear" el sistema según lo antes expuesto, entonces las masas se levantarán contra sus opresores en alguna suerte de Revolución Francesa, navidad rumana, o quizás a lo Singapur, con mayor, menor o nulo éxito, dependiendo cada caso particular y sus circunstancias. Pero es seguro que en algún momento, los dogmas políticos y partidarios, los lavados de cerebro educativos y de los medios masivos de comunicación, dejarán de tener efecto frente al hambre, el miedo de ser robado o asesinado, las carencias económicas, afectivas, sociales y espirituales, que van en aumento. Las promesas ya no serán creídas, sean ciertas o no, y la clase dirigente será sacudida, remplazada, si no borrada totalmente, de una manera metafórica o literal. Irónicamente, la manera de evitar que todo termine de la peor manera es justamente hacer valer, conocer, replicar nuestras críticas al sistema, para que éste, aunque sea de manera precaria, logre el equilibrio, el arbitrio, entre los poderosos y los sometidos (voluntariamente) a la República, la Democracia Representativa, y sus dogmas. Pero sus defensores más acérrimos quizás no lo permitan, y por lo tanto ellos mismos sean en parte responsables de la destrucción de lo que desean defender y sostener. No hago mención de la resistencia de la clase política porque no vale la pena, ellos a esta altura solo buscan mantener su poder e intereses intactos, pero están ciegos, porque insisten con las herramientas del pasado que ya no funcionan, cosa vista en las últimas elecciones de Argentina y otros lugares del mundo. La Revolución puede parecer inevitable, pero no necesariamente tiene que ser violenta. Puede haber algún tipo de idea o acuerdo que morigere el golpe. Eso sí, el cambio ya no solo es necesario, sino que ha comenzado y no puede ser detenido, solo quizás más o menos dirigido. Estamos a pocos pasos del caos y depende de nosotros, de aceptar los errores en el que vivimos, las carencias de nuestros sistemas y regímenes, para que lo nuevo que venga sea mejor y no peor. Para que evolucionemos como sociedad y no entremos en decadencia. El final todavía está abierto.


viernes, 30 de julio de 2021

Cuba, Venezuela, ¿Argentina?

Sobrada es la conocida situación de la "Revolución cubana". Una revolución que duró 60 años que solo terminó con las libertades de su pueblo, y su capacidad de tener las tres comidas diarias. Lo mismo es la situación de Venezuela. No voy a hacer hincapié en esos países, pueden preguntarle a cualquier cubano que se escapó en balsa, a cualquier venezolano que llegó a a Argentina vendiendo todo lo que tenía. Ellos, mucho mejor que yo, sabrán explicarles las bondades de las "revoluciones socialistas" y sus dictadores cuasi eternos.



Ahora bien, todos recordarán el viaje a Cuba por parte de Cristina Kirchner, la vicepresidenta, que sabemos que es la líder actual del país, con su marioneta prostibularia en el cargo que hoy parece ser meramente protocolar, mancillando el sillón de Rivadavia. Dicho viaje fue realizado en plena pandemia, cuando la mayoría de los mortales en Argentina teníamos prohibido salir de casa después de las 6 de la tarde, ni hablar viajar a otros países. ¿Por qué Cuba? Bien, no es difícil unir ciertos patrones. En Latinoamérica, el comunismo, en su devenida forma de "socialismo Patria Grande", no es más que la mano imperialista de China y Rusia. Cuba y Venezuela son la cabeza de playa del comunismo en el continente, y el avance continúa. 



En el medio de toda esta lucha supranacional e ideológica, existe algo mucho más importante para nosotros los argentinos: están en riesgo nuestros derechos más básicos, nuestras libertades constitucionales, el futuro de nuestra generación, y quizás, de la siguiente. Sabemos sobradamente ya, que el socialismo se financia con emisión monetaria, inflación, y que les conviene una clase media pobre o que haya huido del país, para así esclavizar a los pocos hambreados que queden a base de un Estado enorme y controlador, donde es imposible rebelión alguna. Sucedió en Cuba, luego en Venezuela, y está sucediendo acá.


Quizás exista una salida. Cuando las cosas empeoren, incluso los más optimistas, los puristas y hasta los cómplices, no podrán negar que hay que luchar contra todo esto, o ver perecer la Patria y todo lo que eso conlleva (sufrimiento de amigos, familia, y propio). Y siendo que las dos fuerzas políticas más grandes, Juntos por el Cambio, y Frente de Todos, votan las mismas leyes socialistas y perjudiciales (teletrabajo, aborto, cupo trans, grandes fortunas, alquileres, góndolas, Micaela, atrasar elecciones, entre muchas otras), y violan las libertades constitucionales más básicas una y otra vez usando de excusa la pandemia, tanto en lugares gobernados por unos como otros, oficialistas y "opositores"queda claro que todos los que percibimos como se van desarrollando los hechos, incluyendo las fuerzas políticas que pretenden combatir esta agenda, debemos unirnos y organizarnos en un solo bloque, y lo antes posible.  



martes, 11 de mayo de 2021

Nuestra peor pesadilla


La última vez que escribí fue en 2013, y releerme es como viajar en el tiempo. Hoy, 2021, podemos decir que nuestras peores pesadillas se han cumplido. En el mundo, pandemia desde el 2020, y en Argentina, muchísimo peor: el kirchnerismo gobierna.





El macrismo no solo fracasó como gobierno por su carácter intervencionista estatal, tibio con los criminales de toda índole, y débil. Sino que fue entregador, de recursos, dinero, y poder, tanto hacia el extranjero como a las propias mafias internas. Claramente, hoy se puede decir que son un socio del kirchnerismo. Así que lograron lo que hace 7 años se creía imposible imposible: Alberto Fernández presidente de la Nación.

Entre medio de todo eso que sucedió, nos queda también Massa, Lavagna, con pactos que terminaron traicionando a sus votantes, pero siempre afines al kirchenrismo, podemos decir que el proceso de venezuelización chavista, es decir, el plan que trajo la Mamba Negra de Tolosa, de su viaje a Cuba, avanzan con total normalidad y éxito. 

Hay tanto por escribir al respecto, que esta entrada será a modo introductorio, como una nueva bienvenida a mi blog después de tantos años, de tanta agua que corrió bajo el puente. Hoy estamos, indudablemente, mucho peor, en todo sentido.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

El logro del Kirchnerismo

El kirchnerismo nació con Néstor, y ahora continúa con Cristina, si bien es muy distinto a lo que era. Pero en lo que se refiere a "relato" no ha cambiado. El matrimonio Kirchner siempre trató de emular a Perón y Evita, y es en base a ésto aunque muchos lo nieguen, que calaron hondo en el electorado, en las últimas elecciones por lo menos. Son un movimiento peronista y como todo peronismo, se basan en la corrupción, connivencia criminal y negociados, para tomar y conservar el poder. De hecho, la corrupción resultó tan evidente que se llegó a decir que "el menemismo era la banda soporte de este recital". 
   Sin embargo, no voy a tratar los aspectos negativos del kirchnerismo, ya discutidos y conocidos por todos. Sino de lo bueno, lo que logró este peronismo de la "década ganada". Hay dos cosas importantes que se lograron: primero, poder volver a tratar temas que eran tabúes en nuestra sociedad, como la persona de Perón con sus defectos y virtudes, las dictaduras argentinas, la subversión, los desaparecidos, los negociados, en las épocas más violentas de nuestro país y actualmente. Y segundo, lo más importante: alentaron a que gran parte de la juventud participara o por lo menos se interesara en la política. Esto último es muy relevante, porque el kirchnerismo, inevitablemente, va a menguar, y dejará de ser Gobierno en algún momento. Pero los jóvenes que empezaron a preocuparse por su país, participar, militar en algún partido político, cualquiera sea éste, ya son una ganancia para las generaciones por venir. Ahora que hay más interés en la política, y con la ayuda inestimable y siempre presente de internet, es más difícil que la gente sea engañada por el puntero de barrio, o demagogo de turno en los medios masivos. Es decir, surge la real posibilidad de que los argentinos maduremos como pueblo y dejemos de ser corderos cobardes que por culpa de algunos pocos corruptos y nuestra propia ignorancia, pasamos de una crisis a otra continuamente. Ésto puede cambiar ahora, y así, el kirchnerismo pudo haber logrado lo impensado: que no haya más kirchnerismos.

domingo, 15 de abril de 2012

YPF Argentina

 Este texto no es mío, pero quiero que se informen, porque es impecable la descripción de la historia de YPF.


"El Estado argentino avaló un reparto de utilidades del 90% y que deje de liquidar en el país hasta el 70% de lo obtenido por sus exportaciones, lo que produjo el vaciamiento de la empresa", al tiempo que señala la responsabilidad del representante del Estado en el directorio de Repsol, Roberto Baratta. Debe mencionarse que no se trata de cualquier funcionario, sino de uno de los pocos que goza de la total confianza de Cristina Kirchner y Julio De Vido al mismo tiempo. En realidad, la jugada oficial de involucrar a la CNV es desacertada y tardía. ¿Qué ocurriría, por caso, si alguien decide ir atrás en el tiempo y hurgar en los días en los que Néstor Kirchner decidió comprar acciones de YPF por unos 290 millones de dólares, a 19 dólares cada acción para luego venderlas a 44,78? Peor aún, ¿qué pasaría si a alguno se le ocurriera indagar sobre las regalías mal liquidadas que el ex ministro Domingo Cavallo le entregó a él y su esposa, hoy Presidenta, a cambio de que apoyen la privatización de la otrora firma estatal?
Ese dinero ascendía entonces a poco más de 650 millones de dólares y fueron girados al exterior por el mismo matrimonio. Veinte años más tarde, nada se sabe sobre su destino, parte de otra trama escandalosa, casi olvidada en estos días: la de los fondos de Santa Cruz."¿Por qué solo debe investigarse lo que quiere el Gobierno y no toda la historia de YPF?", se preguntó retóricamente un importante dirigente radical esta misma semana. La respuesta llegó involuntariamente por parte del diputado Ricardo Alfonsín, quien de inmediato reclamó una auditoría a YPF a efectos de hallar a los verdaderos responsables de los incumplimientos. "El Gobierno teme que la sociedad descubra que tiene la responsabilidad principal de esta grave crisis energética", señaló el legislador.Como sea, el avance sobre YPF hoy se torna complicado para el oficialismo: mientras que los países vecinos —otrora solidarios con la Argentina— callan al respecto, España ha logrado el apoyo irrestricto de la Unión Europea y los Estados Unidos. Ello explica por qué Cristina se echó atrás en sus planes de expropiar la empresa, plan que le había sugerido el ascendente camporista Axel Kicilloff.
Es un duro golpe para el oficialismo, sobre todo porque la importación de combustible sigue trepando y obligará al Estado a desembolsar más de 14 mil millones de dólares solo durante 2012. ¿De dónde sacar esos fondos? ¿Cómo conseguir tanta cantidad de dólares?
 
Cristina no sabe cómo salir hoy de ese atolladero; por eso, pidió a sus principales funcionarios que vayan pensando en una eventual solución para cuando regrese de la Cumbre de las Américas. Allí, dicho sea de paso, la Presidenta se reunió con su par estadounidense Barack Obama, quien le habría manifestado la necesidad de "seguir siendo buenos socios y amigos". Nada se habría hablado sobre la relación comercial entre ambos países, siempre según la —poco creíble— versión de los funcionarios argentinos."

domingo, 11 de marzo de 2012

Anulación del pensamiento crítico

Hoy los avances tecnológicos son indiscutibles. Todos los días se descubre algo nuevo que luego puede ser aplicado para la mejora de nuestra calidad de vida. Sin embargo, también es incuestionable el retroceso moral de nuestras sociedades. Las crisis económicas, el crimen organizado, las revoluciones sociales, matanzas y guerras cada vez más repetidas, son clara prueba de ello. ¿Por qué la gente acepta, permite, o participa de todo ésto? ¿Por qué los poderosos del mundo nos destruyen cada vez más rápido, y nadie hace nada? Eso se debe a que los individuos en general, decaen moral y éticamente. Se busca la destrucción sistemática del pensamiento crítico de las personas, para que sigan aceptando lo que los poderosos del mundo disponen, ya sea a través de políticas estatales, globales, religiosas, o la violación de derechos por parte de las grandes corporaciones multinacionales. Las personas, carentes de todo razonamiento propio, aceptan todo o casi todo, como ganado que va al matadero, sin saber que se dirigen a su propio final. Y ésto lo logran de tres formas.

La primera es la más simple: Necesidad. A través de la pobreza, la exclusión social, y las carencias de la mayoría de la población mundial. Alguien que se preocupa por lo que va a comer hoy o mañana, no va a tener muchas ganas ni tiempo de andar pensando qué esta mal en la sociedad.



La segunda: Comodidad y Consumismo. Los medios masivos de comunicación, que esparcen todo tipo de ideas contradictorias, y fantasías irrealizables. Nos meten un ideal de sociedad, consumista, que no tiene respeto por la vida ecológica, que compite continuamente con el otro por algo más de dinero, y que es "libre", porque puede votar una vez cada 2 años. La realidad es muy diferente a lo que la televisión muestra, pero aunque lo sabemos, la seguimos mirando, y lo peor, nuestros niños aprenden de ella más que de la escuela, porque justamente, los medios no exigen ningún esfuerzo personal, y alientan a que no los hagan. No vaya a ser que el sacrificio nos enseñe que no todo es fácil en la vida, y que hay que luchar por lo que queremos. Mejor aceptemos que mientras otros nos roban con la corrupción, nosotros tenderemos que trabajar cada día de nuestras vidas, sin poder hacer algo por cambiar un mundo cada vez peor, porque estamos muy ocupados tratando de llegar a ser éso que la TV, las revistas, y Facebook quiere que seamos. 


La tercera: Fanatismo. Es para aquellas personas que pueden sobrellevar los otros dos ataques, y que todavía tienen capacidad, y ganas, de pensar en los problemas sociales. Aquí la cosa es más sofisticada. Lo que se busca son ideologías simples, tildadas de "izquierda", "centro" o "derecha". Todas buscan lo mismo, el bien del hombre, pero todas a su vez se contradicen, y pretenden imponer la idea de que las demás están equivocadas. Muy similar al dominio que hacen las religiones institucionalizadas, y las sectas. Es decir, la persona que sigue alguna ideología, generalmente termina convirtiéndose en un fanático de sus propias ideas, y no solo se contenta con ellas, sino que se siente intelectualmente completo, y capacitado en temas de los que no necesariamente tiene idea. En un mundo donde todos tienen la razón, nadie la tiene. Entonces, en el cuadro más patético de todos, las personas que supuestamente buscan un mundo mejor, terminan peleando entre sí, pretendiendo imponer sus ideas unas a otras, y creando al final, un caos mayor.

Conclusión: ¡Anulación! Todo ésto logra que las personas tengan obliterado su razonamiento, y no puedan ver claramente cómo el mundo se cae literalmente a pedazos, mientras la mayoría sufre cada vez más apremios y necesidades, y una muy pequeña minoría, goza de los beneficios y del trabajo de todos nosotros. Ésa minoría pueden ser políticos, gerentes de grandes empresas, líderes militares y religiosos. Pero lo importante y grave, es que están donde están porque las masas ciegas los apoyan y se lo permiten. Mientras tanto, nuestros hijos nacen en un mundo con un futuro cada vez más incierto, y nuestros esfuerzos individuales por cuidar a nuestros niños no funcionan, justamente porque el esfuerzo debe ser grupal, social, global, y es lo que evitan denodadamente quienes pisan a la Humanidad. Cabe hacerse una sola pregunta: ¿cuándo reaccionaremos?